Espacioindependiente nº 270,
jueves 30 de agosto, 2018
Consultas
republicanas
Los pueblos libres no tienen reyes: soberanía y libre
federación
La
experiencia del ejercicio del derecho a decidir del 1 de Octubre en Cataluña, y
las demandas de vascos y navarros por una consulta propia, así como la exigencia
del parlamento mallorquín demandando referéndum sobre Monarquía o República,
han generado una demanda parcializada de consultas populares en barrios y
pueblos. Como se ha dicho, la República no implica solo el cambio en la
Jefatura del Estado de un coronado y su familia por un presidente, es, sobre
todo, la ocasión, histórica y política, de dar cumplida solución a los
problemas políticos fundamentales de toda la sociedad.
La
cuestión de las naciones oprimidas está ligada, histórica y políticamente, a la
lucha por el socialismo, la democracia y la República desde el mismo nacimiento
del movimiento obrero organizado. La aspiración republicana aparece unida, como
la uña a la carne, a la lucha por la democracia en la sociedad; expresada en la
aspiración a la Asamblea Constituyente soberana, como al libre ejercicio del
derecho de separación y a la unión de los pueblos libres e iguales (federación).
La Asamblea Constituyente soberana responde a la aspiración mayoritaria de
amplios sectores de la sociedad de materializar en leyes las principales
demandas sociales.
La
crisis institucional del régimen del 78, que se concentra en particular sobre
los poderes de hecho de la Monarquía en defensa de sus privilegios y negocios,
depende menos de ella misma que de los movimientos de sus aliados internos y
externos. Impidiendo soluciones democráticas y sociales sobre los problemas
fundamentales, el gobierno del PP se convirtió en un verdadero callejón “legal”
sin salida. La reacción oficial del españolismo más rancio contra el pronunciamiento
republicano del 1º de Octubre en Cataluña fue la gota que desbordó el vaso. El
gobierno del PSOE ha venido a tratar de reconducir la situación buscando
renegociar sobre la nada con unos y otros, y ello cuando la libre expresión de
la soberanía de los pueblos constituye el principal movimiento por la
democracia política y la igualdad entre territorios.
Los artífices del continuismo franquista,
puesto en boga en la Transición, pretenden de nuevo impedir la extensión del derecho
a decidir de los pueblos, con aquello de que “deben ser todos los españoles los
que decidan si están por la Monarquía o por la República”, cuando todas las
leyes e instituciones obstaculizan la vía del libre plebiscito. Trampa que está
siendo superada por los hechos. Ha sido la profundidad de la crisis política e
institucional la que ha empujado a los pueblos a buscar una salida, a superar la
Constitución del 78. De una parte, como rechazo a la opresión nacional contra
vascos, catalanes, gallegos…, que es una de las bases de sustentación del
régimen pactado del 78. De otra, como palanca por la movilización social sin
alternativa política. Por ello, la demanda de libre plebiscito de las
nacionalidades históricas es la que está abriendo el camino en general a soluciones republicanas propias de pueblos
libres y soberanos.
El
franquismo, y su prolongación monárquica pactada, han agudizado hasta límites
insospechados los problemas fundamentales de la sociedad. Los escándalos y la
corrupción política que rodean a la Monarquía, y su sistema político clientelar
de Constitución otorgada, no ofrecen salida democrática alguna. La institución
fundamental del régimen del 78 no depende sino del sostén de terceros, de las
cúpulas de los partidos y sindicatos oficiales que viven de la subvención y,
por tanto, de la dependencia política de la “razón de Estado”, respondiendo en
lo esencial al testamento de Franco del “atado y bien atado”, al ser los
verdaderos artífices y sostenedores del tinglado continuista desde la muerte
del dictador. Concierto nacional e internacional que se ha debilitado en
profundidad por cuarenta y tres años de colaboración. Y esas profundas grietas
del consenso de ayer son las que permiten que se visibilicen las demandas
sociales, democráticas y nacionales de hoy.
Un
referéndum oficial para votar sobre la permanencia o no de la Monarquía (qué
esta blindada por ley) o la constitución de una República (que está
obstaculizada por ley) exigiría el voto favorable de al menos las dos terceras
partes del Congreso y del Senado, la disolución de las Cortes, y la
convocatoria de elecciones generales, donde los nuevos electos deben volver a
votar, al menos en la misma proporción, según el art.168 de la Constitución.
Cambiar la forma de Gobierno, y en concreto el modelo de Jefatura del Estado,
exigiría la reforma de la Constitución de la que hablaba el PSOE antes de
llegar al gobierno a través de la moción de censura y, además, requeriría varios
años de tramitación. Los problemas no pueden resolverse en abstracto: para ser
resueltos con la participación mayoritaria deben situarse en un marco político
e histórico determinado, y en un proceso político concreto. Por ello,
necesitamos encontrar las expresiones políticas y las consignas adecuadas que
ayuden al desarrollo concreto de la lucha de clases que superen el aislamiento
de Cataluña.
Las
reivindicaciones republicanas no solo no son ajenas a la lucha de la mayoría
social de las nacionalidades históricas, sino que van de hecho por delante, como
sucede hoy día con las demandas republicanas en Cataluña y País Vasco. Pero no
son suficientes para extender el movimiento republicano a los demás
territorios. La separación del Estado de la Monarquía aparece como la forma
concreta que toma el proceso constituyente que se inició con el referéndum
catalán de Octubre de 2017, expresando el hecho de que la cuestión de las
nacionalidades es anterior al franquismo, y que el régimen de Franco y el de la
Monarquía la han exacerbado. Condicionando, así, el movimiento por la República
a respetar la voluntad de autogobierno de los pueblos.
Habida
cuenta de las trampas establecidas para impedir el cambio político e
institucional, y el papel de palanca de la cuestión nacional, los ritmos de ruptura
con las instituciones y leyes del régimen no pueden sino ser desiguales porque
a lo dicho se une la ausencia de acuerdos políticos y sindicales capaces de impulsar
el movimiento por el cambio republicano, de ayudar a generalizar y entrelazar
los procesos republicanos constituyentes.
Formas
de reorganización desde abajo, como asambleas populares y republicanas, comités
por la República …, son imprescindibles para impulsar la demanda de consultas
republicanas. Una salida republicana, constituyente y convergente de los
pueblos de España exige, en primer término, la ruptura de los electos que se
reclaman demócratas y republicanos con las instituciones y leyes del régimen
clientelar y corrupto. No se puede pretender soplar y sorber al mismo tiempo.
Colaboración y ruptura con el régimen son procesos políticos incompatibles. La
vía de un libre plebiscito republicano no puede prosperar sin generalizarse las
acciones de ruptura con el régimen de aquellos electos que participan de las
instituciones locales, autonómicas y estatales, o internacionales como el Parlamento
Europeo, comenzando por promover resoluciones republicanas en todas las
instituciones representativas, respaldadas en la movilización popular.
Senadores,
diputados, alcaldes, concejales de partidos y coaliciones que se reclaman
republicanos y de la izquierda deben soltar el lastre de las políticas de
colaboración y de las dependencias monárquicas-clientelares de todo tipo.
Rupturas que servirán no solo de ejemplo sino, y además, de guía política y de
reorganización. Abriendo el camino del cambio republicano mediante el
reagrupamiento de los movimientos incipientes por consultas populares mediante
sufragio universal, igualitario, directo y secreto. Propiciando un acuerdo
estatal republicano de fuerzas sindicales, políticas y sociales.
La
exigencia democrática de poder decidir acerca de la separación o no del Estado
de la Monarquía se constituye en la condición imprescindible para la libre
federación. Se trata de la expresión necesaria del movimiento de la democracia
desde abajo. No se trata de incitar a ningún pueblo a separase de otros pueblos
con los que les une la lucha y aspiraciones en común, sino de establecer los
procesos destituyentes-constituyentes de la libre separación de hoy y la libre
unión de mañana, es decir, el ejercicio de la libre federación.
¡Acabar con la
herencia franquista exige que los electos, y todas las fuerzas políticas y
sindicales que se reclaman de la democracia, rompan con el régimen del 78!
¡Los pueblos
libres no tienen reyes! ¡Repúblicas Constituyentes por la libre federación!